Malcolm Otero Barral: “Lo único que hago bien en la vida es leer”
- Milana Mishchenko
- 5 may 2019
- 4 Min. de lectura
El editor y cofundador de Malpaso ediciones desvela los secretos del mundo de la edición.

Malcolm Otero Barral (Barcelona, 1973), nieto del mítico editor Carlos Barral, empezó colaborando en pequeñas editoriales madrileñas. Más adelante, pasó a ser editor en Ediciones del Bronce y Columna Edicions. Dentro del mismo Grupo Planeta, comenzó a dirigir la ficción de Ediciones Destino, para luego en 2007 pasarse a la ficción española de RBA Libros. En 2008 da el gran salto y crea junto con Joan Barril una nueva editorial, Barril & Barral. Esta no acaba de funcionar bien y en 2013 funda Malpaso ediciones, donde ejerce de editor jefe en la actualidad.
Desde el 2016 hace una sección en el programa radiofónico de RAC1 “Via Lliure” y en 2017 publicó junto a Santi Giménez “Il·lustres excecrables”, una recopilación de los personajes que han tratado en el programa. Además, es columnista en diferentes medios escritos entre los que se encuentran El País, El Periódico o El Mundo, ha sido profesor de literatura en diferentes universidades y es conferenciante habitual. También estuvo recomendando libros durante tres temporadas en Barcelona TV.
-En el 2013 fundasteis junto a Julián Viñuales la Editorial Malpaso. ¿De dónde viene el nombre?
La verdad es que todas las buenas ideas nacen en momentos etílicos, durante un “brainstorming etílico”, que es lo mismo que una conversación de barra de bar. Julián en un momento dijo “No demos un mal paso” y así se quedó en Malpaso. El nombre no es tan raro, Clint Eastwood, hace unos años, le puso Malpaso a una productora.
-¿Ya habíais trabajado con Julián Viñuales?
Sí, el mundo de la editorial es muy pequeño y endogámico en el que todos nos conocemos. Aquí cuando una editorial hace una fiesta invita a la competencia, en EEUU sería impensable. Julián y yo no habíamos trabajado juntos, pero sí que hemos compartido días y noches en ferias y éramos amigos desde hacía tiempo.
-¿Entonces, erais competencia?
No. Habíamos trabajado en editoriales distintas. En este sector competencia son Random y Planeta, lo demás no es competencia, es casi supervivencia. (Risas)
-Cuando fundó la Editorial, ¿qué era lo que más temía?
Como siempre, lo que temes es que tienes un proyecto, anhelos, esperanzas, expectativas, una imagen en la cabeza y que lo que salga no se parezca a esa imagen previa. Nosotros imaginamos una editorial “cool” que tuviera literatura y música, y más o menos se ha cumplido, pero podría no haber sido así, no haber funcionado una de las líneas y haber tenido que cerrar en un año.
-Existen muchas editoriales, ¿Qué es lo que hace a ediciones Malpaso diferente? ¿Cuál es la clave del éxito de Malpaso?
Todas las editoriales son diferentes, como las personas que las fundan. Lo que distingue a una editorial de otra son los libros que publica. En nuestro caso, somos una edición muy cuidada, nuestros libros tienen los cantos pintados, por ejemplo. Pero creo que es esa combinación entre literatura seria, música, algunos toques de humor, carácter panhispánico y el tono desenfadado lo que nos caracteriza.
Los editores somos vampiros, lo que hacemos es vampirizar las ideas ajenas, vamos probando de todos los libros
-Su editorial tiene fama de ser ecléctica. ¿Le adjudicó esta característica por su propia forma de pensar? Es decir, ¿se considera ecléctico?
Creo que todos somos eclécticos. Cada uno de los que trabajamos aquí tenemos nuestra línea y entre todos hacemos una buena combinación. Yo sí me considero ecléctico, un buen lector es ecléctico. Los editores somos vampiros, lo que hacemos es vampirizar las ideas ajenas, vamos probando de todos los libros. Hay editores de novela negra, de ensayo duro, a mí siempre me ha caracterizado un carácter desordenado que se plasma en mi criterio variado.
-¿Prefiere publicar a grandes nombres o dar la oportunidad de salir a la luz a escritores principiantes, poco conocidos? En su editorial, ¿suele apostar por los segundos?
Malpaso ha tenido grandes nombres como Martin Amis, Kingsley Amis, Malcolm Lowry, pero también hemos publicado a primeras novelas o autores desconocidos en España. Los editores lo que quieren es descubrir autores. A mí me gusta más descubrir un autor en lengua española que publicar un Bestseller en lengua inglesa traducido.
-¿Algún autor primerizo que se alegra de haber publicado?
Cuando publicamos a Pablo Ramos, que no había estado publicado aún en España, era un autor primerizo, fue el libro de la semana en Babelia, un suplemento de libros del País. No tuvo muchas ventas pero sí tuvo mucha repercusión mediática, eso para mí fue más satisfactorio que cuando vendí 10.000 ejemplares de la biografía de Steve Jobs. Lo que me gustó no fue descubrirlo, porque ya lo habían descubierto en Argentina, sino el hecho de haberlo traído a España. También publicamos a Julián Herbert, un autor mexicano que ya había publicado Random House, el apoyo a un escritor así me resulta muy satisfactorio. Esa es la satisfacción del editor, conseguir que un autor se consolide y se convierta en algo, no tanto descubrirlo.
-A vuestra editorial deben de acudir muchas personas, ¿cuál es el criterio que seguís para decir este sí y este no? ¿Alguna vez habéis apostado por alguien y no ha tenido éxito?
Todo el rato. Los editores somos bastante imbéciles. Sobre todo, lo que hacemos es fallar, en los dos sentidos. Muchas veces desdeñamos algo que luego es importante en otro sitio, pero, sobre todo, apostamos por cosas que luego no acaban de funcionar. Yo sé cuándo un libro es bueno o es malo, está bien escrito o no. Lo que nunca voy a poder controlar es la respuesta del público. Me pasa casi con cada libro, creo que va a cambiar el mundo editorial y normalmente no lo cambia.
-Hoy en día con tanto entretenimiento como la televisión, internet… ¿Ha disminuido el nivel de escritura de la gente?
Actualmente, en España se escribe más de lo que se lee, incluso hay escritores que no se han leído ni a sí mismos. En general, el nivel de escritura es más alto porque hay más cursos de escritura, tantos años de alfabetización se notan, la gente sabe escribir, sabe ordenar una frase, no te llegan tantos manuscritos con faltas de ortografía. Pero el nivel de talento sigue siendo el mismo, poquísimo… La cantidad de personas que tengan algo que contar, de una forma interesante y diferente, que te pueda emocionar y que pueda tener una verdad literaria, se da muy pocas veces. Lo mismo pasa con una persona que sabe contar chistes, le sale natural.
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